miércoles, 18 de abril de 2018

¿Por qué me vigilan, si yo no soy nadie?

¡Hola a todo el mundo!

¿Eres de los que lleva la ubicación del móvil activada? ¿Tienes la tarjeta de puntos de Masymas, del Alimerka, de Yves Rocher y un largo etcétera?¿Piensas que las cosas que haces con tu móvil sólo las sabes tú?

Tenemos una imagen de las redes sociales, de Internet y de la tecnología demasiado naïve. ¿Qué queremos decir con esto? Muy sencillo, mucha gente piensa que como no es Kim Kardashian, Messi o el presidente de algún gobierno, a nadie le importa lo que hace, qué busca o a dónde va. Pero esto, desgraciadamente, no es así.

Marta Peirano, escritora y periodista española, nos desmonta en unos breves nueve minutos de charla (podéis verla aquí), la imagen benevolente que tenemos de las tecnologías. Nos lo explica con el ejemplo de Malte Spitz, un político alemán que le pidió a su compañía telefónica todos los datos que habían recopilado sobre él. Después de un tiempo, Spitz consiguió algunos de sus datos, entre los que se encontraban a quién llamaba, durante cuanto tiempo, a dónde iba...

Ahora os planteareis: "Spitz era un político, normal que le espiasen, pero yo no soy nadie." ERROR. Este error lo cometemos todos los seres humanos que consideramos que nuestra vida no le importa a nadie. A todos nos espían, da igual que seas politicx, docente, fontanerx o mecánicx. Tus datos siempre le importan a alguien. A veces Google vende tus datos a compañías publicitarias para que sepan qué publicidad ponerte en tu Facebook o cuando navegas por Internet, ¿acaso nunca te has fijado que la publicidad que nos aparece está personalizada para cada persona?

A Spitz le estaban vigilando el 78% del tiempo, pero eso solo desde su teléfono móvil. Actualmente, mucha gente piensa que la única forma que tiene alguien de espiarte es a través de la webcam de tu ordenador (puede que debido a la gran cantidad de películas en las cuales sucede una desgracia al dejarte el portátil abierto). Pero hay numerosas forma de controlar a una persona: su móvil, su ordenador, las cámaras de la calle, los radares de carretera, los pins identificativos que tienen las numerosas tarjetas que llevamos en la cartera...

Las empresas que se dedican a la tecnología, las que gestionan Instagram, Facebook o Tinder, no son tontas, quieren tu información para venderla. Obviamente, no les interesa que nos demos cuenta de esto, así que lo camuflan con un 10% de descuento, una descarga gratuita, un filtro de perro o un "si quieres tener una experiencia más satisfactoria, danos acceso a tu agenda de contactos".

¿Qué es lo peor de todo esto? La mayoría de estos datos que obtienen de nosotrxs, no son datos robados. Les damos fácil acceso a ellos cuando activamos la ubicación de nuestro móvil, facilitamos nuestro correo electrónico al registrarnos en alguna página, o aceptamos los interminables términos y condiciones de alguna red social. Incluso subiendo una foto a Instagram podemos estar dando información muy valiosa sin darnos cuenta (pueden analizar qué ropa llevas y adivinar tu poder adquisitivo).

Todxs estaremos de acuerdo en que ser consiente de estas cosas es necesario, pero, ¿por qué es aun más necesario saberlas si somos docentes en el siglo XXI? Porque trabajamos con criaturas que se han criado y socializado rodeados de tecnología; probablemente ya sabían jugar al Angry Birds antes de decir su primera frase coherente. Como docentes es nuestra responsabilidad enseñar a las criaturas a tener una relación sana con las tecnologías. De esta forma serán conscientes de todos las ventajas que nos proporcionan, pero al mismo tiempo tendrán una mirada critica y no se dejarán engañar tan fácilmente.

Con todo esto no estamos queriendo decir que la tecnología no haya sido un gran avance para la sociedad, en muchos sentidos lo ha sido, pero es un arma de doble filo. Dependiendo del uso que le demos puede ser muy buena o muy mala, por eso es necesario hacer una reflexión crítica sobre hacia donde nos esta llevando este vertiginoso avance: ¿hacia una sociedad utópica donde la tecnología nos hace la vida más fácil? ¿O hacia un futuro que comparte demasiadas similitudes con la novela de George Orwell, 1984?

Llegados a este punto no podemos más que preguntarnos, ¿hasta que punto vamos a dejar que nos espíen?


Esperamos que os haya gustado esta entrada y que os haya hecho reflexionar un poco.
¡Nos vemos pronto!

No hay comentarios:

Publicar un comentario